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Urkullu confirma su mediación y afirma que Puigdemont frustró el acuerdo

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El lehendakari explica que Rajoy era reacio a aplicar el 155

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Iñigo Urkullu ha confirmado este jueves en el juicio del procés lo que a Mariano Rajoy le costó tanto ratificar el día anterior: que entre el 19 de junio y el 26 de octubre de 2017 realizó una labor de “intermediación” entre el Gobierno central y el catalán para evitar el choque de trenes. El lehendakari ha comparecido como testigo, llamado por la defensa del exconsejero Josep Rull, y ha desgranado las “reuniones, conversaciones y comunicaciones” que mantuvo en esos meses centradas en dos objetivos que iban de la mano: evitar que la Generalitat declarara unilateralmente la independencia y que el Ejecutivo central aplicara el 155. El acuerdo estaba hecho el 26 de octubre, pero Puigdemont lo rompió. “Me lo comunicó lamentando que las personas se le estaban rebelando, que entendía que tenía una presión en su propio grupo parlamentario de Junts pel Sí y no podía proceder al acuerdo de disolver el Parlament y convocar las elecciones autonómicas”, ha explicado.

Durante su intervención, Urkullu ha sostenido que vio más ganas de diálogo en Carles Puigdemont que en Rajoy, aunque fue el expresident el que finalmente lo frustró. Mientras “Rajoy no tenía una actitud proactiva de encauzar la situación”, “la disposición de Puigdemont a todos los pasos que pudieran darse antes del 1-O fue absoluta”, ha dicho. La Fiscalía le ha hecho ver que el president y los partidos independentistas con representación en el Congreso torpedearon todos los intentos de comparecencias y comisiones para buscar salida al conflicto territorial, pero el lehendakari ha insistido en que él siempre encontró en Puigdemont una actitud “receptiva”.

Su papel de mediador empezó el 19 de junio de 2017 a petición del president. “Me manifestó el bloqueo absoluto en la relación entre el Gobierno y el Govern y me pidió que interviniera para intentar encauzarlo y conducirnos a una solución pactada entre ambos Gobiernos”, ha explicado. Ese mismo día se vio en la sala de autoridades del aeropuerto de Barcelona con Soraya Sáenz de Santamaría (que, como el lehendakari, había acudido a los actos del 30º aniversario del atentado de Hipercor) y le pidió una reunión con Rajoy. El presidente le llamó al día siguiente y se vieron en La Moncloa un mes después, el 19 de julio. Encontró al presidente algo “renuente”, aunque “escuchó, atendió y dio alguna respuesta”. Volvió a verse con Puigdemont el 26 de agosto y en septiembre hubo “mucha conversación telefónica” con ambos dirigentes, hasta que el 4 de octubre, tres días después de la consulta independentista ilegal, tanto el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, la del PSE, Idoia Mendia, (partidos que sostienen el Gobierno vasco),  como el entonces consejero catalán de empresa Santi Vila (hoy acusado de malversación y desobediencia) le llamaron para que se implicara definitivamente como mediador. “Durante septiembre fueron prolijas las conversaciones”, ha contado.

Una de las conversaciones con Rajoy se produjo el 21 de septiembre, un día después de la concentración ante el Departamento de Economía contra un registro judicial en la que, supuestamente, se produjeron algunos de los momentos de violencia en los que la Fiscalía sostiene la acusación por rebelión. El lehendakari ha contado que fue él quien llamó ese día al jefe del Ejecutivo. “Le dije que las cosas no debían seguir de esa manera y le dije que esto se estaba yendo de las manos. Le dije que había que medir los pasos para evitar una fractura social. Rajoy me dijo que en lo posible haría lo mínimo y cuidaría lo máximo en todo lo que se hiciera”, ha explicado.

La abogada del Estado le ha preguntado después por qué se quejó a Rajoy si el registro del 20 de septiembre fue ordenado por un juez y, por tanto, no era una decisión del Gobierno. “Sí, pero intervenían las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Y de hecho él me dijo que, en adelante, intentaría que la actuación fuera la mínima y con la máxima delicadeza”, ha alegado.

Según la versión del lehendakari, por sus conversaciones dedujo que ni Rajoy tenía ganas de aplicar el 155 ni Puigdemont de declarar la independencia unilateral. “En modo alguno tenía deseo de proceder a la DUI”, ha afirmado sobre el expresident, que le pidió “garantías” de que si convocaba elecciones el Gobierno no intervendría la Generalitat, pero no pudo dárselas. En Rajoy no encontró una respuesta “concisa” a esa pregunta. “Tenía una actitud renuente a cualquier paso que pudiera interpretarse como que de ese diálogo pudiera derivarse una negociación que traspasara los límites de la Constitución”, ha afirmado. En las conversaciones con uno y otro nunca se habló de “un derecho de autodeterminación” ni de que el Gobierno aceptara un referéndum en Cataluña.

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