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Exteriores encarga a 200 diplomáticos mejorar la reputación de España

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El plan, que coordina España Global, busca desactivar posibles ataques desde el exterior

El Gobierno quiere pasar página a los sobresaltos vividos en los últimos años a cuenta de la reputación de España. Dos cartas de muy distinta índole —la de 41 senadores franceses inquietos por la supuesta “represión” contra el secesionismo o la que mandó el presidente de México al Rey para exigirle disculpas por la conquista— constituyen los signos más recientes del deterioro que ha sufrido la imagen institucional en el exterior. Para tratar de anticiparse a los acontecimientos, la Secretaría de Estado de la España Global, dependiente de Exteriores, ha designado una red de funcionarios desplegados en las embajadas que velará por cultivar la percepción del país.

España ha descuidado durante años las labores de diplomacia pública. La crisis catalana ha evidenciado que el relato independentista ha penetrado más de lo esperado en algunos ámbitos, especialmente en el entorno europeo. Las capciosas preguntas a las que tuvo que enfrentarse a finales de marzo el ministro de Exteriores, Josep Borrell, en la cadena pública alemana Deutsche Welle revelan que las dudas sobre la solidez democrática de España han prendido en lugares insospechados. España Global, el proyecto que sustituye a la antigua Marca España y que dirige Irene Lozano, intenta desde finales del año pasado sentar las bases para corregir algunas de estas tendencias.

El primer análisis que ha realizado Lozano de esos episodios es que falta anticipación. Para prevenirlos y neutralizarlos, esta secretaría de Estado ha designado ya a unas 190 personas en las principales legaciones diplomáticas que funcionan como red de enlaces, según explican a este diario fuentes de España Global. Hay un funcionario por cada embajada y por cada consulado encargado de identificar posibles puntos débiles y de proponer remedios. “En adelante van a ser más”, vaticinan esas fuentes.

El proyecto supone todo un reto para un cuerpo diplomático poco habituado a este tipo de tareas. La primera labor de Lozano ha consistido en explicar las ventajas de mantener esa antena en el exterior como parte esencial del trabajo de las embajadas y los consulados. “Se trata de crear una masa crítica de funcionarios sensibilizados con este asunto”, añaden las mismas fuentes. España cuenta con una nutrida presencia diplomática en el exterior, con unas 215 representaciones por el mundo (incluidos embajadas, consulados generales y misiones permanentes).

Ese instrumento de puntos de enlace exterior se completa con una célula de acción reputacional que se reúne dos veces a la semana en Madrid con el fin de anticiparse a posibles amenazas y desactivarlas cuando sea posible. La integran miembros de España Global, de la Oficina de Información Diplomática, de la Secretaría de Estado de Comunicación y de la Dirección General de Naciones Unidas. La unidad, que arrancó a finales de 2018, se reunió por última vez el pasado 30 de abril, con un incidente sobre la mesa que el Gobierno aún no ha acabado de digerir. Se trata de la carta firmada por 41 senadores franceses, procedentes de todo el espectro político, que denunciaba un incumplimiento de los derechos humanos en España por la situación catalana. Aunque España está satisfecha de la respuesta posterior —el Gobierno francés respaldó inmediatamente a las instituciones españolas—, las fuentes consultadas también reconocen que no haber sido capaces de detectarlo, cuando llevaba tiempo fraguándose, constituye un error que no se debe repetir.

Juicio del ‘procés’

Esta unidad de alerta temprana sigue con especial atención las repercusiones del juicio a la cúpula del independentismo que se celebra desde febrero en el Tribunal Supremo. De momento —y más allá del comunicado de esos senadores, que se divulgó en el mes siguiente al comienzo de la causa—, la impresión del Gobierno es que este proceso no está jugando en contra de la imagen de España en el exterior.

Conscientes de que la diplomacia pública requiere cierta destreza, los responsables de España Global promueven unos cursos entre los funcionarios desplegados en el exterior para entrenar esas habilidades. De momento se ha impartido una primera tanda “que debe tener continuidad”, aseguran las fuentes consultadas. Las embajadas elegidas han sido las consideradas prioritarias en esa batalla por el relato, principalmente en Europa y en América.

Aunque en los últimos años el principal foco de descrédito ha estado en la crisis independentista, el Gobierno no pierde de vista la economía. Las vulnerabilidades económicas de España fueron, durante la Gran Recesión, motivo de múltiples ataques —especialmente por parte de la prensa anglosajona— que abonaban la desconfianza de los mercados hacia la deuda española. La célula reputacional vigila también ese flanco, hoy mucho más sereno, por si surgen nuevas debilidades.

El proyecto de defender las credenciales democráticas de España en el exterior cuenta también con la participación de ciudadanos anónimos. España Global confía en que los españoles que residen en otros países contribuyan a difundir una imagen más ajustada a la realidad del país.

El mandato de España Global, que trata de potenciar el perfil de modernidad, sigue también de cerca el recorrido de las llamadas noticias falsas. La Moncloa cuenta ya con una unidad dedicada a rastrear desinformaciones. Con más recursos, la UE coordina una red de alertas de bulos que circulen por el club comunitario. El principal foco ahora es evitar que estos mensajes influyan en las elecciones europeas del 26 de mayo.

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